miércoles, 1 de octubre de 2014

DOLORES 12

Bonito dibujo de internet


Cuando todos marcharon, Ginés el dueño del bar cerró la puerta y se dispuso a barrer. Todavía pasarían sus dos buenas horas antes de apagar la luz.

-Ahora es el momento. Todos ya estarán en sus casas. -Dijo

Zacarías a Alfonso.

José yació en el suelo, inconsciente un rato, pero se movió un poco y Alfonso le pegó con su bota una patada en el estómago.


Ya tenían la cuerda preparada para el ahorcamiento.


Cuerda corrediza:

Se aplica al nudo que se hace con una sola cuerda, formando una o varias anillas en un extremo y metiendo el otro extremo por ellas, de manera que la cuerda se deslice y apriete con facilidad

Zacarías fue quien lo preparó todo, Alfonso lo sujetó lo más derecho posible. El primero introdujo la cabeza de José por el lazo y Alfonso de golpe lo soltó, el pobre hombre estaba aturdido por todo lo sufrido, y se movía sin poderse librar de su tortura. Al rato ya expiraba.


-¿Has visto que fácil ha sido?  -Dijo Zacarías. Los dos, sin remordimiento alguno, quitaron la piedra ensangrentada del lugar dónde estaba, y la tiraron al riachuelo que pasaba cerca.


Pero a Ramiro, el padre de Luis, algo no le cuadraba. Fue la forma en que José entró en el bar. Hacía poco rato que Zacarías y Alfonso habían salido de allí, y pensó que había tenido algún contratiempo con aquellos dos elementos. Llamó su atención, haberlos visto salir en la oscuridad del camino que llevaba hacia los árboles. Parecían llevar prisa ya que ni repararon en él.

Intrigado se dirigió hacia allí. Horrorizado contempló como José estaba colgado del árbol, y al parecer ya muerto.

-¡Canallas, vosotros lo habéis hecho! -Dijo en voz alta.

Su primer pensamiento fue descubrirlos, pero le entró un miedo atroz.
-¿Y si a mi, me hacen lo mismo? -Entró de nuevo en casa, como si  nada hubiese visto. Pero aquello jamás lo pudo olvidar, lo llevó en su pensamiento como una penitencia a su cobardía.

Mientras tanto, en casa de José pensaron que el cabeza de familia se retrasaba. En alguna ocasión ya había sucedido, así que no se preocuparon demasiado. Y cenaron solas.

Al día siguiente, Rosario su mujer le haría ver que aquello no le gustaba demasiado. Aunque no sería demasiado estricta con él, al considerarlo un buen marido y padre ejemplar.

-Buenas noches, hijas. Que descanséis.


-Buenas noches, mamá. -Dijeron casi a la par.


Les cerró la puerta dirigiéndose a su alcoba matrimonial. Pensó que José intentaría hacer el menor ruido posible para no interrumpirle su descanso.

Autora verónica O.M.
Continuará

6 comentarios:

La letras, tienen el poder de llevarte a ese mundo dónde todo es posible, deseo te gusten las mias...