Sonó el teléfono y Luis no llegó a tiempo de cogerlo.
-¡Caray, no lo he cogido por los pelos!
Y se quedó cerca del teléfono, por si volvía a sonar. Bastaron unos pocos segundos, para que volviese a hacerlo.
-Ring, ring, ring.
Al tercer aviso, levantó el auricular.
-Soy Luis Alfer, ¿en qué te puedo ayudar?
La persona se puso a llorar. Luis esperó a que se serenase. No tenía ninguna prisa, ya que la consulta sería más larga. Y equivalía, a tener más ganancia.
De vez en cuando preguntaba
-¿Estás ahí?
Nadie contestaba. Y siguió esperando hasta que...
-¿Quiero saber, si me va a tocar un bingo?
Luis esperaba otro tipo de pregunta, dada la llantera de la mujer.
-¿Dime tu nombre o signo, y edad?
-Soy Sagitario, de cuarenta y nueve años.
-Cuando quieras corto.
Empezó a barajar las cartas ruidosamente.
-¡Corta!
Y Luis aprovechó aquello, para hacerse el simpático.
-¡Cariño corta no, larga!
La mujer se rió. Pero después del rato pasado, aquella risa sonó demasiado falsa.
Y como era habitual en él, con una sola carta hizo su predicción.
-Me sale la rueda de la fortuna. Te tocará ese bingo, te lo pronostico.
A Luis, se le quedaron las ganas de saber. Y dado como era él preguntó directamente.
-¿Sagitario, porqué llorabas?
-De la emoción, de poder hablar contigo.
-Pensaba que por otra cosa. Eres muy sensible.
-Lo soy Luis y mucho.
La mujer sonrió
-Muchas gracias Luis, ya te contaré cuando lo gane. Me hace mucha falta, me caso dentro de seis meses. Chao.
La mujer, no esperó a nada más y cortó la llamada. Y Luis, se quedó allí con cara de tonto.
Autora Verónica O.M.