sábado, 22 de febrero de 2020

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°47

Mientras los enamorados esperaban una gran reprimenda por parte del padre de ella... en otro lugar esto mismo acontecía. 

Adelita ya se había hecho a la idea de que su amorcito era un desordenado de mucho cuidado. Esperaba poder cambiarlo, aunque su yo interno le decía que no esperase milagros, ya que si era de esa forma raro sería cambiase demasiado. Pero cabezota como era ella, no desistiría hasta sacar provecho de su Vidalín al que tanto quería y se aferraba.


El mencionado estaba que no cogía en su pellejo... había conseguido que Adelita se marchase a vivir con él. 

La quería y adoraba, sin importarle su pasado, ni sus muchos kilos que le caerían encima muchas noches. 
Ella encima, él debajo, y que trabajase Adelita. Él, sumiso total.

-La adoro. ¿Vos por mi qué siente?


-Siento de todo... y como si en mi corazón habitase un duende y me dijese: Adelita, este es el caballero por el que has perdido el juicio y eso te ocurre porque lo amas hasta...


-¿Hasta?


-Hasta el infinito, mi amorcito. Vos es el único al que he querido y aunque fuese una fulana no entregué mi amor a ninguno, ya que imaginaba que algún día me llegaría el definitivo. Deseo que vos sea y sentirme afortunada.


Al oír aquellas palabras a Vidal no le cogía el corazón en el pecho... de lo mucho que se había emocionado. Y empezó a respirar muy profundo y Adelita se asustó de inmediato. 


-¿Qué le pasa, mi Vidalín? no me vaya ahora a dejar sola, que si se muere, me muero.


-No la dejaré sola ni un momento, mi querida Adelita.


Y se fundieron en un beso, de esos que todos sabemos... 

Autora Verónica O.M. 
Continuará 

sábado, 15 de febrero de 2020

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°46

Proseguimos después de unos días sin publicar por x motivos... 

Y todavía no era excesivamente tarde y decidieron descansar un rato, lo hicieron abrazados y con la cabeza de ella apoyada en el brazo derecho de Rodolfo. El pelo de ella era suave y olía a rosas y medio lo mareaba al aspirar aquel olor tan intenso y se atontó al momento. A Amada no le quedó más remedio que echarse un sueño ya que su amorcito ya no estaba para nada.

Al cabo de un rato lo zarandeó para que se despertara. - Mi padre podría levantarse.

Él, se frotó los ojos, ahora que estaba tan a gusto le malograba el sueño. 
Se vistió deprisa mientras ella se ponía una larga bata de seda que hacía juego con la colcha de su cama, pero era tan larga que casi barría el suelo. 

Apartó el sillón orejero... mientras Rodolfo se calzaba las botas. 
Bajaron la escalera muy despacito para no hacer el mínimo ruido, pero ni con esas... 

Escucharon un gran vozarrón. 
-¿Quién anda ahí? - Era el padre de ella e iba vestido con un enorme calzón. No pudieron correr ni esconderse. 
-¿Quién es? - preguntó con cara de pocos amigos. 

-! Padre, ya le explicaré! 

-¡Este malandrin se queda aquí! 
Autora Verónica O.M. 
Continuará 

domingo, 2 de febrero de 2020

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N °45

El padre de Amada dormía como un bebé, aunque roncaba de forma llamativa, en aquellos tiempos nada se sabía de la apnea esa...

Le abrió el portón a su amorcito y lo esperaba con la puerta entreabierta. Nada más él entrar, se llevó un dedo a los labios, diciendo con ello que permaneciese en silencio. 

Al llegar al cuarto cerraron y atracaron la puerta poniendo por delante un gran sillón orejero. 

Esperaba que la besase... pero permaneció quieto y con la vista baja. 

-¿A vos qué le pasa? ¿No me besa?

-¡Si! lo que pasa es...

-¿Qué es eso tan importante?

-Quisiera pedirle algo y no me atrevo.

-¿Acaso muerdo?

-No, claro que no. - Rodolfo se sentó encima de la cama arrugando una preciosa colcha de color rosa, la cual tenía unos vaporosos volantes y mucho apresto.

Ella hizo lo mismo y lo miró pícaramente. - ¿Qué me quiere pedir? me huelo que algo serio.

-¡Sí, muy serio! ¿sé quiere amancebar conmigo?

-¿Amancebar?

-¡Eso mismo!

-Pero mi padre...

-¡No se preocupe, hablaré de caballero a caballero!

-Mi padre no le quiere...

-Ni yo a él tampoco...

-Déjeme unos días para madurarlo. No sé porqué ya no tengo ganas de... ya sabe.

-Ni yo tampoco. Dormamos un rato abrazados y pensemos que ya estamos amancebados.
Amada, soñemos... 

Y se durmieron y sus sonrisas se dibujaron en aquel cuarto dónde habían tenido sexo un día si y otro también. 
Autora Verónica O.M. 
Continuará