Se levantó pronto... un poco después de que Manolo saliese con cuidado para no despertarla. No había pegado ojo en toda la noche y la situación no era para menos.
El primer día que fue al bingo pensó que lo haría de forma habitual y llegó la segunda vez y salió tan escarmentada... que no pensaba volver.
Quizás no lo haga y arrastre lo que pasó aquella mañana toda su vida. Pero estaba convencida de que aquello ya la había traumado y sería muy difícil el fingir ante su marido.
Debía sacar dinero nuevamente y pedía al cielo que Manolo no le pidiese explicaciones por haber sacado dos días seguidos y sin tener que hacer ningún gasto extra aquella semana.
No lo tenía nada bien y le entraron ganas de llorar y a la primera lágrima vertida la apartó de un manotazo y sin ser consciente del todo dijo en voz alta:
-Vamos Clara, déjate de lloriqueos que no te van a servir de nada y a arreglarte, sacar el cochino dinero y a hacer la compra.
Cuando cogió el ascensor y en el espejo se veía a una mujer monísima, aunque en aquellos momentos no era lo que más le importara.
Autora Verónica O.M.