Clara no pegó ojo en toda la noche, sentía dentro de ella un gran nerviosismo
-Iría a denunciarlo, pero no me siento con fuerzas, tendría que explicar cosas que me avergüenzan, pensarían que soy una mala persona, y no lo soy. Me he equivocado, pero seguro que hay muchas mujeres que lo habrán hecho peor que yo. ¿O yo lo he hecho peor que ellas?
La cabeza le dolía a rabiar, por tanto llorar, pensar, y no haber dormido. Cuando se levantó, fue hacia el baño y se miró el cuello, lo tenía amoratado y con las señales de los dedos de Manolo, estaba hecha una verdadera pena. Se duchó, y dejó caer el agua mucho rato encima de ella, estaría allí eternamente con el líquido acariciándola, allí se sentía a salvo. Buscó dentro del armario un foulard, se lo pondría para que no se le viese el cuello. No quiso desayunar, no le entraría ni un bocado.
Cuando salió a la calle, lo hizo con miedo mirando a todas partes, y si escuchaba pasos de alguien que andaba cerca, su corazón se aceleraba. Ahora entendía lo que significaba sentir pánico.
Aligeró el paso todo lo que pudo, cuando llegó a la boutique y le dio la bienvenida la campanilla musical, se sintió a salvo. De momento ya estaba en un lugar seguro, allí estaban Tere y Marta, seguro que si asomaba Manolo no le dejarían acercarse.
Tere la miró, e inmediatamente se dio cuenta que algo grave le pasaba.
-¿Que te pasa? te noto muy extraña.
Escuchó aquellas palabras, y sin poderlo remediar se puso a llorar desconsolada. Se quitó el foulard del cuello, y la otra dependienta pegó un grito.
-¿Que te han hecho?
-Ayer, cuando volvía a casa Manolo me atacó e intentó estrangularme -dijo sin dejar de llorar-.
-¿Pero irías a denunciarlo?
-¡No! no lo hice.
Marta, estaba en su despacho haciendo una llamada telefónica, la mujer no se había percatado de nada ya que estaba con la puerta cerrada.
Fue Tere quien llamó con los nudillos.
-¡Disculpa un momento! -escuchó decir a alguien con quien la mujer estaba hablando-.
-¡Adelante, pasa! -dijo conociendo el toque de su dependienta más veterana-.
-¡Marta, cuando puedas ven por favor! -dijo asomando solamente la cabeza, sin llegar a entrar-.
Por la expresión de Tere, supuso que algo grave sucedía-.
-¡Ahora salgo, un momento!
Cortó rápidamente la llamada telefónica, prometiendo volver a comunicarse al rato y colgó.
-¿Que pasa? ¡Me has asustado!
Tere no dijo palabra, y con un movimiento de ojos le señalaba a Clara. La mujer entendió aquello, y miró hacia Clara y se horrorizó de lo que vio.
-¿Que es lo que te ha pasado?
Ella empezó de nuevo a llorar, fue su compañera la que le explicó lo sucedido.
-¡Ha sido su marido!
-¿Lo denunciarías? -preguntó-.
-¡No lo hice!
-Pues has hecho muy mal, aunque eso lo puedes corregir ahora mismo, hazlo no vaya a ser que tengas luego que lamentar...
Autora Verónica O.M.
Continuará