sábado, 30 de noviembre de 2019

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°6

Vidal, marchó hacia la vieja casona de la joven Amada. Y a pesar de caerle al padre en gracia quería pasar inadvertido. Al llegar, se escondió detrás de un árbol y del suelo cogió una piedra que lanzó al balcón de la joven.

Ella, en aquellos momentos estaba dentro de su cuarto pero mirando al exterior por el golpe oído. Se asomó al balcón y dijo gritando - Mi padre no está. Ahora mismo el portón le abro.

Vidal salio de su escondrijo, la joven al verlo se entristeció. No era su amado el que había llegado.

-¡Oh, Vidal, es vos! ¿y mi Rodolfito? me siento decepcionada.

-No creo que pueda venir hoy. ¿Sabe amiga? Me ha echado, ya que conmigo se ha enfadado.

-¿Porqué?

El joven se dio cuenta que había sido imprudente y trató de arreglarlo.
-Por casi nada, vos no ha de preocuparse. Mañana ya estará todo arreglado. 

-Suba si quiere a mi cuarto.  Si lo desea podemos charlar, y le puedo ofrecer una limonada. -¿Qué me dice?

-La acepto, encantado.

Amada, bajó y le abrió el portón. 
-Puede quedarse hasta que quiera, mi padre ya le dije que tardará un buen rato, marchó a hacer un trato y regresará de madrugada.

Subieron la escalera formando alboroto, nadie les escuchaba. Su padre no es que fuera mala persona, pero era de otra generación y muchas veces chocaban. 

Ya en la habitación, Vidal en la cama de Amada se sentó, la joven le sirvió el vaso de limonada, que el joven a pequeños sorbos se tomó. 
-Está rica. Se ve que vos la preparó con amor.

-Amigo, es cierto. Y hablando de otra cosa, ¿a Rodolfo qué le ha sucedido? 

-Se hirió en el pie. No sé mucho más y seguro que otro día a vos contará.

-Para herirse ¿algo indebido debió hacer?

- Sólo vine para que vos no se preocupara, lo demás no soy quien para decírselo. No entiendo cómo me pudo echar, después de los años que somos amigos. Espero que mañana esté arrepentido.

-Seguro ya lo está, aunque es cabezón y quizás no quiera reconocer que con vos se portó como un idiota.

Al momento se escuchó ruido fuera, la joven se asomó al balcón. Rodolfo levantó la mano para que Amada en él reparase. Ella le dijo que esperara, que ahora le abriría el portón, dado que su padre no estaba.

Amada entró dentro del cuarto muy consternada. 
-Rodolfo ha llegado, ¿qué hago con vos? Si os ve aquí,  pudiese mal pensar, así que mientras yo le abro y subimos, vos deberá descolgarse por el balcón. Lo siento, amigo mio, no quiero que le encuentre aquí conmigo. Seguro piensa que tenemos un lío.

Muy preocupado miró aquel balcón, estaba un poco difícil descolgarse por el. Y dijo: 
-¡Dios mío, aquí me rompo todos los huesos!. No me atrevo a bajar, podría esconderme hasta que él se fuese. Saldré después y sin que nadie me vea. ¡Lo juro! 

-Pues escóndase. Pero ya sabe que mantenemos relaciones, de esas...

La joven bajó a abrir nuevamente el portón, mientras a Vidal no se le ocurrió otra cosa que meterse debajo de la cama, aunque después se arrepintió. La pareja ya estaban dentro del cuarto, así que no le quedó más remedio que intentar pasar desapercibido, sin hacer el más mínimo ruido. 

Los jóvenes creyendo estar solos, se besaron con pasión y encima de la cama se echaron. Y empezó la función... 

Vidal ya sabía que el escondrijo no lo había bien elegido. Se dijo. -¡Ay, Dios mío, qué mal lo pasaré aquí metido.

Autora Verónica O.M.
Continuará

jueves, 28 de noviembre de 2019

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°4

Rodolfo empezó a caminar. Le costaba un poco e iba un poco cojo, seguro la herida le dolía un poco.

Su acompañante iba más campante, a pesar de ser mayor subía la cuesta sin esfuerzo, no cómo él que parecía un mártir.

-Ya queda poco. ¿Vos ve aquella casita encarnada? pues ahí vive Encarna, mi prima gitana. Y por si quiere saber mi nombre me llaman Silvestre, para lo que vos necesite o guste.

-Perdone, por lo de antes. Me daba vergüenza decirle a lo que he venido.

-No se apure, que soy como vos. Bueno como vos no, que soy bastante más viejo.

-No tanto. Si parece que tenga unos cuarenta y pocos.

-La verdad, es que se equivoca poco. Tengo cuarenta y siete, dentro de poco uno más cumpliré.

-Para su edad está muy bien. Ya quisiera yo, que con esos años poder así correr.

A todo eso iban llegando. Una mujer con ropas muy coloridas estaba sentada en la puerta, cómo no... En una silla.

-Hola, prima. Aquí traigo un posible cliente. 

-¿Que es lo que quiere, caballero? -Preguntó la gitana con voz cantarina.

-Algo, para no quedar mal con mi amada. ¿Ya sabe? -Dicho esto su rostro se tornó muy rojo por la vergüenza dada. El pobre no podía ni imaginar que el haberlo dicho a destiempo le había causado tanto tormento.

-Anda, primo. Pasad allí dentro y me esperen un momento, que le busco para su problema un remedio muy bueno.

-¿Quiere beber agua fresca? -Silvestre le preguntó.

-Si, por favor. La cuesta hay que ver lo que subir me costó, me entró mucha sed, que ahora gracias a vos saciaré.

Cogió un cubo y lo metió dentro del pozo. Al momento y con un cuenco le trajo el liquido saciador, que el joven Rodolfo tragó demasiado deprisa. Un golpe de tos le vino enseguida.

-Vos, parece un poco avaricioso, que nadie se la quita. Si quiere aquí quedó para llenarse bien la barriga.

Al rato la gitana volvió -Con la mitad de esto se pondrá cómo un toro, no tome más que no se si su cuerpo lo aguantaría.

-¿Señora gitana, cuánto cuesta?

-¿Cuánto me da?


Rodolfo sacó unas cuantas monedas de plata que a la mujer entregó, ella muy contenta del trato quedó.

-Prima, Encarna. Nos vamos, que el joven tiene todavía un rato que andar, y con este pie mucho esfuerzo tendrá que hacer.

-Vayan los dos con Dios.

Hicieron el camino de vuelta, bajar era mucho más rápido, aunque el dolor era el mismo o parecido. Al llegar al final del camino dónde se llegaron a encontrar, Silvestre alargó una mano. Con ese gesto le daba a entender que quería cobrar.

El joven que lo entendió, del bolsillo varias monedas sacó.

Silvestre quedó muy contento, había que ver sus ojillos brillando, parecían dos pequeños luceros negros.


-Adiós, buen hombre.

-Adiós, caballero. Que ese remedio le funcione, no tome más de lo debido porque quizás ni lo contase.

Cada uno fue por un camino distinto. Más adelante los niños se le echaron de nuevo encima, no le quedó otra que terminar tirando de nuevo otras monedas, que eran las últimas que le quedaban. Los niños marcharon en busca de ellas, aprovechó el momento y escapó corriendo. Parecía como si el pie ya no le doliese.  -Pero caray, que dolor sintió.
Autora Verónica O.M.
Continuará

CAPÍTULO Nº5

Rodolfo salió del poblacho, huyendo, la verdad es que nunca pensó el tenerlo que hacer de ningún sitio.
Y si los niños son seres tan indefensos, ¿cómo era posible que huyera de ellos?

-¡Vaya lugar! -pensó con desprecio.


Aunque bien pensado nada más le podían sacar, en sus bolsillos nada le quedaba, pero se temía que no les hubiese importado dejarlo desnudo en el camino, sólo de imaginarlo le daban escalofrios en la cabeza y en su cuerpo entumecido.

Cuando llegó a su vieja mansión, calentó un poco de agua y la vertió en una palangana, y allí metió su pie herido.

A eso de que llegó su amigo Vidal. -Qué hay ¿lavándose los pies?-preguntó muy sonriente.


Él lo miró con cara de pocos amigos, Vidal fijó sus ojos en aquella palangana, viendo que su agua se tornaba de un color bastante turbio. -¿Que le pasa a ese agua?

-¿No ve que estoy herido? ¡por Dios, amigo! Que ya no ve muy bien, le digo.

-¿Que le ha pasado?

Pues es evidente, que me he herido.

-Venía a decirle algo importante, ya no hace falta que vaya a ese sitio.

-¿Que sitio? preguntó Rodolfo muy mosqueadillo.

Al poblacho dónde vive la gitana, he oído que allí le dejan a uno sin blanca. Esta mujer viene con sus encargos hasta casa, así que amigo mio ya no hace falta que vaya.

-¿Y ahora me lo dice, mal amigo? Esto que me pasa es consecuencia de haber ido. Me herí, mucho trabajo y dolor he padecido, y me he quedado sin mis monedas de plata, esas que dedico horas a abrillantarlas, ¿y ahora me dice que ya no es preciso? ¿y que la gitana viene a domicilio? ¡Váyase mal amigo! que hoy estoy muy enfadadillo.

No esperaba que su amigo lo echase de aquella manera. Y se dijo que ya volvería en cualquier otro momento, cuándo él estuviese más calmado. Ahora iría a decírselo a su pretendienta , para que no le esperase aquella noche. Entre el pie y la mala leche, seguro se quedaba compuesta y sin cirio.
-Todo le pasa por haber corrido. Ay, lo que tenemos que hacer los amigos, pero mañana estará arrepentido y muy contento conmigo.
Autora Verónica O.M.
Continuará

miércoles, 27 de noviembre de 2019

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°3

El primo de la gitana se preguntó. -¿Y ahora que hago?

El joven estaba caído en el suelo, en una pose un tanto cómica, tenía un rictus de dolor y los ojos algo extraviados. Pero lo miró sin compasión. -Este tontuelo, ahora me hará perder el tiempo. -No es que hiciera nada de provecho, pero lo quitó de sentarse a tomar el sol. Y ahora tenía que hacer de buen samaritano.

-¿Oiga está bien? -diciendo esto, lo zarandeaba.

-¿Que pasa? -dijo el joven, con el rostro desencajado y blanco como la nieve más pura. 

-Se desmayó y cayó al suelo, déjeme que le mire el pie, tiene un buen corte. Le pondré este pañuelo y detendremos la sangre. Ya veo que vos se marea al verla o imaginar.

-Nunca  me había pasado. 
-Dijo avergonzado.

Le envolvió el pie con el pañuelo. ¿De que color? En sus tiempos sería blanco, pero con el tiempo había ido cogiendo un tono grisáceo.

A Rodolfo le dio repelús y pensó. -Con este andrajoso pañuelo seguro que cojo una infección.

El hombre fue a lo suyo. Le ató el pañuelo y en la punta le echó un nudo. 
-Esto ya está, seguiremos el camino hasta casa de mi prima.

-No pienso caminar descalzo y la suela me resbala. ¿Cómo podré caminar en estas condiciones?

-Con una piedra le haré algunos arañazos a la suela, así no le resbalará su fino calzado.

-¿Pero que hago con este pie? -preguntó señalando el miembro dañado. No podré ponerme el zapato.

-Espere, rediez. Vos es bastante insensato, me di cuenta de eso hace rato. También le haré unos cortes al calzado con mi navaja, así le cogerá el pie. No quiero engañarle, pero no espere milagros. ¡Joven, que blando es! si lo llego a saber con vos no me tropiezo. 
-Y se empezó a dar golpes en la cabeza con los nudillos de sus manos. 
-Toma, por tonto, tonto y más que tonto.

Y a esto Rodolfo se puso en pie dispuesto a seguir subiendo por aquella empinada cuesta de piedras.
Autora Verónica O.M.
Continuará

martes, 26 de noviembre de 2019

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°2

Los dos fueron caminando. El supuesto primo de la gitana lo miraba de reojo y pensó que aquel caballero parecía muy blando.
En aquel lugar no venían personas así, sin duda alguna algo muy importante necesitaba para andar por semejante lugar. Tan elegante y finolis que le daban ganas de mandarlo a paseo, si no fuera por esas moneditas que de él esperaba... 

-¿Caballero, no es por chafardear pero a qué vino por este barrio? 

-Oiga. Es de mala educación el preguntar.


-No se lo tome a mal. Sólo pregunté por preguntar.

-Pues siga callado buen hombre. No puedo pregonar a qué vine y a vos no debiera  interesar.

-Bueno. Pues caminemos en paz si vos lo quiere.

El hombre lo llevó por una cuesta muy pendiente. - Ahora se va a enterar, por no querer conmigo hablar.

Rodolfo llevaba un calzado muy resbaladizo y resbalaba sin parar. 

El hombre lo miraba de reojo y su semblante estaba sereno, parecía como si no se diese cuenta lo que al joven le sucedía. Pero nada más lejos de la realidad. 


-¿Oiga, no podemos ir por otra parte? Deberé descalzarme porque con este calzado me voy a matar.

-No. Solamente podemos ir por aquí. Si quiere tratos con mi prima este es el camino a seguir.


Se descalzó al final. Por la cuesta que subían habían muchas piedras que se le clavaban en las plantas de los pies.

-Ni en un mes podré calzarme. 

Pero lo peor estaba por llegar. A los pocos segundos pisó una piedra que estaba de canto. Pegó un grito de espanto y un pie le sangró tanto que al verlo le dio un mareo y cayó al suelo.

-Buena la hemos hecho. ¿Qué hago ahora con este tontuelo?
Autora Verónica O.M.
Continuará

lunes, 25 de noviembre de 2019

COMEDIA DIVERTIDA CAPÍTULO N°1

Rodolfo estaba deseando que llegara la tarde, su buen amigo Vidal le había hablado muy bien de una gitana que tenía remedio para todo.
Su problema, era que no quería quedar mal con su amada que era muy fogosa, al pobre aquello lo traía por el camino de la amargura, ya que alguna vez no había podido. Seguro que las mentes malsanas ya saben de lo que aquí se habla.
Su amigo le había advertido, que el lugar dónde vivía era muy peligroso para incautos como él.

-Seguro que Vidal exageró. -Se dijo. -No será para tanto.

Llegó la tarde y hacia allí se dirigió. Al entrar en el barrio unos chiquillos se colgaron de él, intentó sacudírselos pero era misión imposible. A lo lejos vio que venían más, muchos más y se asustó, de un bolsillo sacó algo que echó a lo lejos. Eran tres monedas de plata, que horas antes había abrillantado.
Los chiquillos fueron a buscarlas, Rodolfo aprovechó y salió corriendo. -Se dijo. -Pies para que os quiero.
Sentía tanto miedo que por la calle se iba escondiendo.

Caminó y caminó, y no le quedó otra que preguntar. -¿Oiga, me diría dónde puedo encontrar a la gitana milagrera?

-¿Quien es esa, caballero? -dijo un hombre mal vestido y oliendo a porquino.

-Una gitana que tiene remedio para todo. - Contestó Rodolfo apartando su olfato, ya que el hombre olía un rato.

-Esa va a ser mi prima, la que vive allá arriba. -Dijo señalando con su sucio dedo. -Le acompaño caballero, pero el viaje le costará unas cuántas monedas. 

Rodolfo se empezó a preocupar, de momento lo único que hacía era soltar y soltar. Y la gitana todavía sin encontrar.
Autora Verónica O.M. 
Continuará