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Una
vez dentro del piso...
Se
besaron de nuevo. Un beso de tornillo, que los dejó sin aliento.
-¡Estás
guapa!
Amparo
sonrió, le enseñó dos hileras de dientes de lo más blanco. Hacian
una buena pareja al ser los dos muy parecidos. Y encima estaba
forrada de millones, que el muy gustosamente la ayudaría a
gastarlos.
-Ya
veo que te dedicas al tarot. Tengo una buena idea, contrataremos
personal y tu a supervisar que todo vaya viento en popa. Te compraré
un buen coche, tendrás los mejores trajes, y una mujercita de buen
ver para ti solo. ¿Estás de acuerdo?
-Claro,
Amparo. Antes eras una tia buena, pero ahora estás cañón.
-Vamos
para la cama, y te enseño cuanto.
FIN
Autora
Verónica O.M.