Luis estaba contemplando la calle desde la ventana, ubicada en la habitación que hacía las veces de consulta. No todo eran llamadas telefónicas con el 806........ También visitaba personalmente. A gentes, qué no le costaba nada envolver en sus redes. Por lo menos mientras no lo conocían demasiado bien.
Tenía su horario establecido, nunca antes de las 17 horas (5 de la tarde) de lunes a viernes.
Asomado como estaba en la ventana... Vio acercarse a un hombre, al parecer se dirigía a su casa. Seguro era quien días antes había concertado cita.
Echó la cortina... Y con las manos la colocó al milímetro. Ningún pliegue, quedaba desigual con los otros. Tenía muchas manías, y aquella era una de tantas.
El sonido del timbre, lo hizo ir hacia el recibidor. Antes de abrir, se colocó muy bien su pantalón y jersey.
-Buenas tardes. ¿Qué desea?
Se hacía el interesante
-¡Le llamé el otro día, me dio hora para esta tarde!
-¿Mariano?
-¡El mismo, qué viste y calza!
-¡Pase usted!
El hombre entró, sin limpiarse los pies en la alfombra. Muy mal hecho, aquello a Luis lo sacaba de quicio (otra de sus manías)
Lo llevó a la habitación, e hizo qué se sentara en una especie de sillón. Qué el pobre, del poco uso era super incómodo. Hacía al hombre mantenerse demasiado tieso.
-Bien... ¿Usted dirá?
-Mi problema, es qué a mi edad ya no funciono demasiado bien.
-¿Como, de demasiado?
-¡Nada, no funciono nada!
-¡Ya me lo temía! ¿Le da a usted vergüenza reconocerlo?
-Un poco. Pero de lo qué de verdad me da vergüenza, es qué ya no pito.
-¿Explíquese por favor?
Era malo por naturaleza. Le gustaba hacer sentir a los demás mal. Era del pensamiento... Qué viendo a los otros achicarse, él se crecía.
-¡Qué no pito, hombre, qué ya no puedo mantener relaciones íntimas! Salgo con una mujer más joven, si no le doy lo qué espera ¡Me deja seguro!
-¿Así, qué ese es su problema?
-¡Ese! ¿Le parece poco?
No sabía que Luis Alfer no podía tampoco. Pero ni muerto lo iba a decir.
Autora Verónica O.M.