¡Qué ricas! imagen de internet |
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-¡Entremos a ese restaurante, ahí es dónde van los vecinos
Dijo el marido
-¿Qué vecinos?
-¡Si, mujer! Los del chalet de al lado, Juan y Mari.
-¿Aquí vienen?
-¡Si mujer!
Entraron, y el maitre salió a recibirlos
-¿Mesa para dos ?
-¡Si!
Dijo algo nerviosillo el hombre, colorado hasta las orejas.
El maitre los llevó al fondo. Una mesa muy bien puesta, les retiró las sillas y se acomodaron.
-¿Qué comerán los señores?
Preguntó muy solícito
-Comeremos una crema de pescado, dos buenos platos de gambas, pero de esas bien gordas, y un buen vino.
Al rato le sirvieron la comida, el pan, y vino. Y unos extraños cuencos llenos de líquido. Los miraron extrañados.
-¿Qué es esto?
Preguntó el marido al verlos
-¿Y yo qué sé?
-¡Si lo han puesto, será para qué nos lo bebamos!
Al lado una pareja no les quitaba la vista de encima, pensando que eran unos ridículos palurdos.
Se bebieron el líquido, y se oyeron unas risitas, y una voz muy bajita diciendo.
¡Vaya costumbre qué tienen de comer en restaurantes, si se han bebido el agua de lavarse los dedos!
-¡Vaya par de borricos!
Los otros sin sospechar nada, siguieron comiendo tan felices.
Autora Verónica O.M.
Y QUE IMPORTA LA URBANIDAD Y LAS BUENAS COSTUMBRES, Y QUE IMPORTA SI AL FINAL SON FELICES NO???
ResponderEliminarESPERO TENGAS UNA LINDA NOCHE, UN BESOTE
ARIADNA B.B.
Pues tienes razón. Esperemos que el agua de los cuencos les siente bién, las manos que se las laven en el lavabo.
ResponderEliminar1 beso grandote