![]() |
Gif animado de internet cuento escrito por mi |
A los cinco minutos Maite ya estaba dormida, el espíritu con mucho trabajo salió de debajo de la cama, y creyendo que ella no podría verlo se quedó un rato de pie y contemplándola.
La mujer dormía boca arriba, y no llevaba nada encima, el espíritu muy lujurioso pareció calentarse, pero...
-¡Que tonto que soy, no podría ni aunque quisiese!
Y pensando que Maite, no notaría su presencia se acostó a su lado, sin atreverse ni a tocarla.
Sonó el despertador a las ocho de la mañana, Maite paró su alarma, su marido como siempre ni se enteraba...
Empezó a zarandearlo un poco.
-¡Manuel, despierta que son las ocho!
El supuesto espíritu se despertó, y no sabía que era lo que estaba pasando.
Allí estaba su mujer gritándole a el, ¿ pero aquello como era posible, si el estaba muerto?
-¡Manuel levántate que tenemos que ir al ambulatorio!, ¿o es que ya no te acordabas? ¡vaya nochecita que me has dado! no parabas quieto ni un momento, todo el tiempo dándo patadas, cada vez que tienes que ir al médico para mi es un suplicio, no me dejas ni pegar ojo, de lo que te mueves.
-¡Anda miedica levántate que solo te van a sacar una muela! me voy a la cocina a preparar el desayuno y no te entretengas que tienes hora a las nueve y media, y todavía tienes que desayunar, ducharte y afeitarte
La mujer ya había cogido su larga bata, y cubrió su cuerpo desnudo con ella, salió de la habitación no sin antes decirle.
-¡Esta mañana, hay que ver lo raro que estás!
Manuel se levantó corriendo, y se miró en el espejo de una de las puertas del armario, y se asustó, allí estaba el en calzoncillos, y no se acordaba de haberse desnudado, se le puso el vello de punta.
-¿Y si estoy vivo?
Y se echó a llorar, como un niño.
Escuchó a Maite como trajinaba en la cocina, al momento ya la tenía otra vez en la habitación dispuesta a echarle una bronca, el no la miró directamente a los ojos, no quería que ella se diese cuenta que había llorado.
-¡Anda hombre, que vamos a llegar tarde!
-¡Ya voy mujer! voy un momento al lavabo.
Una vez allí, tiró del agua de la cisterna para que no se oyese su llanto, y lloró a lágrima viva, al rato se lavó la cara y salió dispuesto a desayunar, y se dijo algo más tranquilo.
-¡Sin duda, he tenido una pesadilla!
Muchas gracias, a quien siguió este cuento
FIN
Verónica