Y si, se detuvo a comer en un pequeño bar que se encontró a la vuelta.
Un lugar sencillo y limpio. La atendió una mujer y a la que no supo calcularle la edad.
Le sirvió lo pedido y se retiró con gracia detrás de la barra.
Comió despacio y se recreó de aquellos momentos de tranquilidad con ella misma.
Y volverá cualquier otro día y terminará sabiendo la edad de aquella señora.
Pagó y salió a la calle.
No se tropezó con nadie en el vestíbulo de la finca, ni tampoco en el ascensor.
Se duchará y más tarde bajará al super para hacer la compra, no sin antes haber dejado todo recogido.
Verónica O.M.
Continuará