Y se quedó en la cama, pensaba hacer bien poco aquel día. Su padre seguro que toda la mañana dormiría. El hombre al ser tan mayor y haberse desgastado tanto la noche anterior, tendría agujetas en todas partes.
A las doce del día, ya estaba hasta las narices de tanta cama, su estómago le rugía y se metió derechita hacía la cocina, con el pensamiento de hacerse una enorme tortilla.
Se la hizo de tres huevos, y la metió en medio del pan. Y allí mismo se la comió, pensó que aquello engordaría mucho, pero qué más daba... así Rodolfo tocaría más carne. Y con ese pensamiento se la comió. La verdad es casi fué tragada, y pensó que la culpa eran de los nervios.
Cándido, su padre, durmió de un tirón. A eso de las seis de la tarde se levantó, tenía unas ojeras que le llegaban hasta el suelo, de un color azulado que metía miedo. Se tropezó con su hija, ella al verlo tan demacrado se asustó.
-¡Qué susto, padre! vos parece un vampiro. Qué le ha pasado, para tener esa cara?
Cómo pillado in fraganti, se hizo el enfermo. -Ay, hija, qué noche más mala he pasado!
De reojo lo miraba e interiormente se dijo -¡Será sinvergüenza! si se la pasó haciendo el guarro. -Pero a su padre nada dijo, aunque le quedaron unas ganas...
-Y mi amorcito durmiendo. ¡Hay que ser gafe! me quedé compuesta, cabreada y sin ... mejor ni pienso.
Autora Verónica O.M.
Continuará
Por golosa y traviesa eso le pasa...haber si no le pasa nada grave al papa. Un gusto leerte amiga. Saludos.
ResponderEliminarEsperemos no le ocurra nada, ja,ja.
EliminarGracias amiga.
Saludos 😀
Hola Verónica.. Esto no se como acabara, pero no augurio nada bueno, bueno ya nos contaras..
ResponderEliminarUn abrazo..
Nada bueno, o si...
EliminarYa veremos.
Un abrazo
Tu amor por las poesias consigue que tus relatos sean una gozada
ResponderEliminarGracias, Juan, me alegra te lo parezca.
EliminarUn abrazo